Me da gusto que Omi reconoció que ella había lo había roto por accidente sin que se lo preguntáramos. Por cierto, no tenía ni una semana el control de remplazo y Nico ya le había arrancado el botón de encendido con los dientes.
Todo pasó tan rápido que ni sentí el sentón. Claro que hubiera sido poético que sucediera en cámara lenta y empezara a sonar “los sonidos del silencio”. En fin, invierno 1, Carlos 0.